martes, 22 de diciembre de 2015

UN SEPULTURERO MUY PRACTICO

Para esta historia debemos remontarnos muchos años atrás, hasta aquellos cuando casi la totalidad de los ferreñafanos, como otros vecinos, acostumbraban a enterrar sus muertos en un hoyo dentro del improvisado cementerio. Pues resulta que habiendo fallecido un ciudadano de la tierra de la doble fe, sus familiares contactaron inmediatamente a nuestro amigo sepulturero para que mientras se hacía el velorio empezara a cavar el hoyo correspondiente; siendo asi, provisto fundamentalmente de su palana empezó la tarea de cavar y cavar el lugar de reposo eterno del finado con el simple cálculo de sus ojos para la profundidad y el largo y ancho de la tumba. Dicen los viejos que "Al mejor cazador se le escapa la paloma" y precisamente sucedió que llegada la hora del entierro y luego de las ceremonias religiosas y la marcha fúnebre cargando en hombros al muerto, llegó el cortejo hasta el lugar citado donde los esperaba el trabajador fúnebre, pero ¡Oh sorpresa! el ataúd no cabía acostado dentro del hueco, nuestro personaje procedió a ensayar diversos ángulos una y otra vez pero ninguna encajaba por lo que ante la conclusión que el hoyo si bien era muy profundo también era demasiado pequeño, fue asi que se le prendió el foco y con una sonrisa de satisfacción por encontrar la solución, procedió a colocar en forma vertical y rellenar con su palana la última morada del fallecido quedando su huesped de pie. El comentario recorrió el pueblo con un poco de gracia, ya que era la primera vez que se sepultaba alguien de pie.