viernes, 20 de diciembre de 2013

LA ACEQUIA GRANDE DE FERREÑAFE

Es la que ahora se conoce popularmente como acequia El Pueblo; los jóvenes y niños ferreñafanos acostumbrábamos en épocas calurosas pasar horas nadando, buceando y jugando en sus aguas y no era raro toparnos con algún bagre o cachuelo que nos pinchara con sus espinas bajo las aguas. Era una gran diversión lanzarse de cabecita desde algún bordo y los mas audaces ejecutaban los saltos mortales mientras otros preferían jugar "la pega" y hasta un partido de fútbol dentro. Había épocas que abundaban los bagres, cachuelos, lifes, cascafes, mojarras, que se podían pescar juntando grandes baldes de ellos pudiendo comercializarse por las calles o el mercado con gran demanda, hasta se podían encontrar camarones en las compuertas los cuales junto al resto de la pesca eran llevados a casa y nuestras madres preparaban fritos en el desayuno con café y pan o sudaditos en el almuerzo deleitándonos con un gran manjar. Hablar de "los ojitos" de la acequia Grande era clásico para pasarla bien y ni hablar de "las cataratas". En ese escenario se confundían niños que jugueteaban, jóvenes pretendiendo enamorar alguna guapa ferreñafana que ayudaba a lavar las ropas a su madre, campesinos que se bañaban limpiandose del barro de las chacras, en los bordos se apreciaban burros pastando la hierba, alforjas y ropas de algún bañista y bicicletas chacareras acostadas esperando su piloto. Al final la diversión continuaba con la conocida frase "vamos a tumbar mangos" significando ingresar a las chacras aledañas para tumbar de sus árboles esta fruta y gozar de esta exquisitez ofrecida por la naturaleza, pero siempre a la espectativa de la voz de alerta que nos hacía correr cual fondistas olímpícos: "El viejo ... el viejoooooo! Significando que llegaba el dueño del terreno y por consiguiente de los mangos.

lunes, 16 de diciembre de 2013

EL BORRADOR ANTIBUROCRATICO DE MAXIMILIANO CHAMAYA

En Ferreñafe no solo don Expedito Muro destacaba por sus ocurrencias, también hubieron y hay muchos otros personajes que con su chispa y locuacidad han contribuido y aun contribuyen con nuestra cultura popular. Hoy día me voy a referir a Maximiliano Chamaya Martinez un gran impulsor del distrito de Pueblo Nuevo. El buen Maximiliano Chamaya por elecciones, alcalde distrital de Pueblo Nuevo de Ferreñafe en dos periodos 1964-1966 y 1981-1983 y como él mismo decía, "aprista hasta el hueso", es uno de esos muchos ferreñafanos que han marcado con famosas anécdotas su comunidad las cuales publico progresivamente para sacarlas del anonimato por ser parte del Folklore de nuestro pueblo. Aquí va una: Era alcalde en su primera gestión Maximiliano Chamaya y cierta mañana caminando por las oficinas de la municipalidad y siempre dispuesto a servir, pregunta a una vecina que por ahora me reservo su nombre y fuera quien confirmara esta historia: Oiga, a Ud. la veo varios días entrar, salir y esperar, ¿En que anda?, respondiendo muy preocupada: Bueno señor alcalde, viniendo a seguir los trámites para ir luego al juez a rectificar la partida de nacimiento de mi hijito cuyo nombre se lo han escrito mal en el registro civil y me ha generado problemas, a lo que prontamente Chamaya con la sonrisa de satisfacción por hallar la solución manifiesta: ¡Pero para que va a gastar tanto!, vaya a la tienda de la esquina, cómprese un borrador y viene para arreglarlo; y en efecto fue así que él mismo alcalde borró , corrigió el error y extendió inmediatamente una nueva partida de nacimiento diciendo: ¡Listo, todo solucionado!.

sábado, 14 de diciembre de 2013

EL DIA DEL COMPADRE Y EL DIA DE LA COMADRE EN FERREÑAFE

Existió en Ferreñafe mas o menos hasta fines de los 70' la costumbre popular muy arraigada de celebrar el "Día del Compadre" y el "Día de la Comadre" en fechas movibles en el calendario y ya casi al finalizar las fiestas de carnaval. Eran las damas quienes podían, según su voluntad, estimación y simpatía, solicitar a un familiar, vecino o amigo "hacerlo su compadre", para esto el día jueves en que "caía" el "Día del Compadre" (porque debía ser siempre jueves) la petición de compadrazgo se hacía a través de un presente que era remitido a la casa del futuro compadre pudiendo ser un adorno, una pequeña prenda de vestir, un frasco con perfume, hasta un ave de corral o sencillamente una tarjetita, de allí se contaban los diez días posteriores cuyo final correspondía al día domingo en el que se celebraba justamente el "Día de la Comadre", fecha en que la solicitud era respondida por el caballero con otro presente mejor o por lo menos similar, lo cual significaba la aceptación tácita del compadrazgo y el inicio de una gran estimación, afecto y mucho respeto mutuos. Las damas que deseaban convertir en comadre a alguna amiga o vecina debían esperar justo este domingo que correspondía al "Día de la Comadre" para realizar el mismo proceso y "hacer comadre" a la persona amiga de sus afectos. Así en Ferreñafe el compadrazgo era muy generalizado, pues además se sumaban los "compadres espirituales" producto del bautismo de un niño, los compadres de "agua del socorro" a un bebe, por el matrimonio de un hijo o el cambio de aros de los mismos novios, el corte de pelo de un infante de la familia o la bendición de alguna propiedad importante, y como ser compadres era sinónimo de cultivo permanente de gran estimación, respeto, afecto y mucho cariño recíprocos, la Tierra de la Doble Fe tenía como estandarte y bien altos estos valores, siendo esta una de las razones de porque las relaciones de reciprocidad eran muy fuertes e intensas tanto que se manifestaban en el trato amable y hospitalario de nuestra gente para con propios y forasteros. Rescatemos el "Día del Compadre" y el "Día de la Comadre".

viernes, 13 de diciembre de 2013

LOS AGUADORES DE FERREÑAFE

Los aguadores eran personajes tradicionales de Ferreñafe y se les pudo ver ejerciendo su oficio hasta comienzos de los 80' siempre sin zapatos. Eran gente ruda que diariamente se levantaban a oscuras y montaban sus carretas de madera tiradas por un "macho" o "mulo" cargando entre 10 a 12 pipas. A veces conducían sentados otras veces de pie posados sobre las dos vigas de tiro de la carreta en un espectáculo de gran equilibrio que cualquier gimnasta ruso habría envidiado. Estas pipas eran también de madera fabricada en listones curvos que se unían con unas cintas de metal y en cuya cara superior se confeccionaba un orificio del tamaño de un puño cerrado por donde se cargaba y descargaba el agua, el cual tapaban con un grueso tapón de yute y jebe. Los ferreñafanos, a pesar de que muchos ya contaban con agua potable, se resistían a abandonar el "agua dulce" como llamaban a estas aguas provenientes del Taymi y que distribuían nuestros aguadores, por ese dulcete y olor a tierra fértil húmeda que la caracterizaba, con las cuales preparaban sus alimentos y la tradicional y sabrosa chicha norteña (he allí su secreto: El agua dulce además de la chancaca). La pipa de esta agua costaba un sol de oro en 1975 (soles de los antiguos como dicen nuestros padres) y por la compra de 10 pipas te daban una de "yapa"; los aguadores trabajaban casi siempre atendiendo pedidos y nunca les faltaba trabajo. Las carretas por lo general eran conducidas por el mismo aguador pero casi siempre se hacían acompañar de un ayudante quien facilitaba a subir y ordenar las pipas llenas y vacías, y desde la carreta colocaba en hombros del aguador la pipa llena cuando no ayudaba en la carga. El aguador se abastecía de las aguas de los exteriores de los baños municipales y tiempo antes de las mismas acequias como El Pueblo, Soltín o Carpintero. Era muy familiar verlos transitar por las empedradas calles de Ferreñafe diariamente hasta las 5 de la tarde en un rito de carga y descarga de "agua dulce" donde a veces se encontraban pequeñas hojas de hierba verde que daba cuenta de un agua corriente y fresca recién servida. Fueron de los últimos aguadores ferreñafanos que conocí, entre otros, don Victor Ascencio de la cuadra 2 y don Orestes Chavesta de la cuadra 1, ambos de la calle Santa Rosa y como olvidar al popular "Juan Gallina", todos en la gloria del Señor.

lunes, 9 de diciembre de 2013

LA COSTUMBRE DE COLGAR SABILA

Estaba muy extendida en Ferreñafe, y aun existe pero escasamente, la costumbre de colgar una planta de Sábila en la pared de la parte superior interna de la puerta principal de las viviendas, la misma que a pesar de los años se mantenía en ese lugar fresca y verdosa siendo la primera impresión de todo visitante. La creencia radicaba en que colocada en este sitio impedía el ingreso a la casa de "malos aires" que pudieran afectar la tranquilidad o la salud de los miembros de la familia por lo que cuando sorpresivamente empezaba a secarse era indicador que el "mal aire" o el "muerto" habían ingresado haciéndose muy urgente limpiar la casa saumándola (quemar saumerio y distribuir su humo por todos los rincones de la vivienda) paralelamente que se rezaba sin detenerse o distraerse para ahuyentarlos; cumplido este rito se debía proceder a cambiar la sábila seca por una nueva muy verde y fresca que garantizara a partir de allí nuevamente el cierre de todo acceso para estos "malos espíritus". Se le consideraba además un atractivo para la buena suerte.

sábado, 7 de diciembre de 2013

LA MACHICA O MASHKA

La machica o "mashka" era un alimento casi al nivel de una "golosina" con amplia arraigo popular y muy tradicional en Ferreñafe; se preparaba a base de una harina de maíz tostado al que se agregaba azúcar y canela, era muy deliciosa y los niños la comprábamos en las bodegas vecinas envasada en conitos hechos de papel cometa de variados colores sentándonos a degustarla entre amigos. La gastronomía moderna la reconoce como un gran alimento de alto valor nutritivo.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

DON JUAN Y EL NIÑO DE LA ACEQUIA GRANDE

Era la época en que Ferreñafe se alumbraba con candiles y el agua se distribuía en carretas tiradas por una acémila, en este escenario Don Juan era un cargador de agua o “aguador” ferreñafano acostumbrado a salir con el primer canto del gallo (el que indicaba ya promediaban las cinco de la mañana)montado en su carreta rumbo a la Acequia Grande, la cual a esa hora lucía majestuosa y solitaria rodeada de campos verdes con alguna lejana choza de algún campesino; allí llenaba sus pipas con el preciado líquido proveniente del Taymi, comenzando así su larga y dura faena diaria. Sucedió que cierta vez oyendo cantar al gallo como siempre se levantó muy de prisa, colocó el apero y la carreta al mulo e inició su marcha acostumbrada. Al llegar a la acequia bajó a ella y empezó a abastecer sus pipas una a una pero observó a un costado y de espaldas a un pequeño y solitario niño jugueteando en las aguas, si bien le causó extrañeza porque esto no era usual pero ensimismado en lo suyo no prestó mayor importancia; al terminar de llenar la última pipa y como el niño seguía en su juego sin compañía alguna pero siempre sin dar la cara y siendo la noche oscura, Don Juan atinó a decirle: “Hijito ve a tu casa que aun es de noche para tí” recibiendo como respuesta solo el silencio del pequeño. Transcurridos unos segundos regresa nuestro aguador la mirada hacia el niño y este ya no se encontraba, no pudiendo determinar por donde salió, pero como su trabajo era primero prefirió seguir ignorando los hechos. Montó Don Juan su carreta de regreso al pueblo y muy satisfecho transitaba por las oscuras y tranquilas calles de Ferreñafe pero cuando estaba a pocas cuadras de llegar a su casa escucha el sonido de solo dos campanadas del reloj de la iglesia “Santa Lucía” que daban cuenta de que aun eran las dos de la madrugada, entendiendo de inmediato que se había equivocado con la hora puesto que el gallo adelantó su canto, y que el niño de la Acequia Grande había sido un aparecido fantasmal. Inmediatamente sintió escalofríos y apurando su viaje llegó a su casa donde se refugió y descansando narró a su familia esta historia.

martes, 3 de diciembre de 2013

UN FERREÑAFANO ENAMORADO

Un personaje ferreñafano de antaño, de esos de alforjas, pala y sombrero, de poco antes de mediados del siglo pasado y cuyo nombre guardaré por ahora, sintiéndose muy enamorado de una hermosa jovencita también ferreñafana que no accedía a sus requerimientos amorosos, decidió acudir a un brujo para que la "enguayanche" y así conseguir el "si" de la doncella. El brujo luego de limpiarlo y jugarlo con sus "artes" le dijo: "Ya está todo listo para que te acepte esta señorita, pero mañana como primer día ni trates de cruzarte con ella porque el efecto será un desplante con mucho desprecio y odio, el segundo día si la ves solo limítate a saludarla nada mas y ella corresponderá el saludo, y el tercer día, si te mandas con todo, la buscas y le dices todo lo que sientes y ella de inmediato te aceptará"; así lo hizo nuestro personaje, el primer día evitó verla, el segundo día la saludó de lejos y ella en efecto respondió amablemente, el tercer día amaneció y salió impaciente a buscarla pero como no la hallaba por la calle tomó la valiente e impaciente decisiòn de ir a tocar la puerta de su casa, saliendo la madre de la susodicha quien a la pregunta de si se encontraba allí su hija, entre molesta y muy apenada respondió: No está ¡Gua! ... Si ayer ya se fue con marido la bandida.

UNA SERPIENTE DE 7 CABEZAS EN LA TORRE DE LA IGLESIA DE FERREÑAFE

A comienzos del siglo pasado sucedió que el párroco de Ferreñafe, encargado de nuestra Iglesia "Santa Lucía" descubrió en una de las torres de la misma, exactamente en la torre derecha donde se encuentra nuestro famoso reloj, una serpiente de 7 cabezas. Entendiendo que se trataba de la materialización del demonio por las características apocalípticas de este animal y de un ataque del mal contra la "Casa de Dios", decidió convocar urgentemente al pueblo con un insistente retoque de campanas, al cual una muchedumbre no tardó mucho tiempo en responder colmando la Plaza de Armas y ante quienes la autoridad eclesiástica dio cuenta de tan satánica aparición. La gente muy asustada empezó a encomendarse al Todopoderoso con rezos y avemarías, en tanto otros se preguntaban sino sería esto un castigo divino; los mas ecuánimes ensayaban respuestas y que se podía hacer para como enfrentar tan temible y diabólico ofidio; en este clima surgió la idea clerical: Llenar con piedras la torre para sepultar a "Satanás" e impedir que salga a sembrar daño, y fue asi que se formaron brigadas de trabajo con voluntarios en gran número, las mismas que empezaron la dura tarea de cargar piedras y llenar la torre. Se trabajó varios días y se logró cubrir un poco mas de la mitad de la torre lo que generó la tranquilidad de la población que no volvió a saber mas de esta "malévola serpiente".