
Los aguadores eran personajes tradicionales de Ferreñafe y se les pudo ver ejerciendo su oficio hasta comienzos de los 80' siempre sin zapatos. Eran gente ruda que diariamente se levantaban a oscuras y montaban sus carretas de madera tiradas por un "macho" o "mulo" cargando entre 10 a 12 pipas. A veces conducían sentados otras veces de pie posados sobre las dos vigas de tiro de la carreta en un espectáculo de gran equilibrio que cualquier gimnasta ruso habría envidiado. Estas pipas eran también de madera fabricada en listones curvos que se unían con unas cintas de metal y en cuya cara superior se confeccionaba un orificio del tamaño de un puño cerrado por donde se cargaba y descargaba el agua, el cual tapaban con un grueso tapón de yute y jebe. Los ferreñafanos, a pesar de que muchos ya contaban con agua potable, se resistían a abandonar el "agua dulce" como llamaban a estas aguas provenientes del Taymi y que distribuían nuestros aguadores, por ese dulcete y olor a tierra fértil húmeda que la caracterizaba, con las cuales preparaban sus alimentos y la tradicional y sabrosa chicha norteña (he allí su secreto: El agua dulce además de la chancaca). La pipa de esta agua costaba un sol de oro en 1975 (soles de los antiguos como dicen nuestros padres) y por la compra de 10 pipas te daban una de "yapa"; los aguadores trabajaban casi siempre atendiendo pedidos y nunca les faltaba trabajo. Las carretas por lo general eran conducidas por el mismo aguador pero casi siempre se hacían acompañar de un ayudante quien facilitaba a subir y ordenar las pipas llenas y vacías, y desde la carreta colocaba en hombros del aguador la pipa llena cuando no ayudaba en la carga. El aguador se abastecía de las aguas de los exteriores de los baños municipales y tiempo antes de las mismas acequias como El Pueblo, Soltín o Carpintero. Era muy familiar verlos transitar por las empedradas calles de Ferreñafe diariamente hasta las 5 de la tarde en un rito de carga y descarga de "agua dulce" donde a veces se encontraban pequeñas hojas de hierba verde que daba cuenta de un agua corriente y fresca recién servida. Fueron de los últimos aguadores ferreñafanos que conocí, entre otros, don Victor Ascencio de la cuadra 2 y don Orestes Chavesta de la cuadra 1, ambos de la calle Santa Rosa y como olvidar al popular "Juan Gallina", todos en la gloria del Señor.
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